lunes, 9 de junio de 2008

Des-cubrir el sistema y el mayo francés

Imagino que un pez no tiene mucha idea sobre el mundo líquido y sobre las posibilidades de existencia de otros mundos, como el que existe fuera del agua.

Un niño no puede hablar en otro idioma que no sea el de sus padres y su sociedad. No tiene siquiera idea de que existen otros idiomas. No puede elegir, del mismo modo que el pez no puede elegir vivir dentro o fuera del agua.

Así me siento cuando tomo lo dado como lo posible. Sólo existe lo que merece, lo que puede existir.

Creo que, precisamente, para hacer inteligible el mundo y la vida, debemos salir de lo dado, colocarnos en una dimensión diferente y analizar este mundo y esta vida desde esa nueva perspectiva.

Tengo para mí que todo es como una gran farsa, una especie de escenario donde se desarrolla una obra en la que algunos creen y otros no, pero que ejecutamos nuestros papeles como una fatalidad. Y de esa representación obtienen los mayores beneficios los dueños de teatro.

Creo que para entender la irracionalidad básica del mundo hay que salir de él. Sólo puede observarse y comprenderse desde el exterior. La inclusión potencia la ceguera.

Esta reflexión (constante en mí, al punto de hacerme dudar de mí mismo), vuelve a la superficie al ver los cientos de miles de litros de leche que han sido tirados a la basura durante la última semana, debido a su no comercialización por el paro agrario.

Asisto a debates televisivos y leo artículos periodísticos que comentan el tema. Las consideraciones incluyen el futuro aumento del precio de la leche, las dificultades de ordeñe por falta de insumos, la caída de los precios internacionales, la suba de los precios internacionales, las pérdidas del sector lechero, la crisis del sector agrario, la intransigencia gubernamental, los costos políticos que se están pagando y deberán pagarse, la caída de los índices de popularidad…en fin… Todo resulta muy sensato, racional, técnico, profesional…

Pero si salimos de ese reducido marco, si observamos el sistema en su totalidad (y sólo si hacemos ese ejercicio) podremos observar la irracionalidad oculta en que se funda.

Irracionalidad que permite poder tirar leche en un país donde niños (y adultos) mueren de hambre, donde miles de niños van a las escuelas, especialmente, para tomar el vaso de leche y comer el alfajor. Su único alimento del día.

Y me pregunto: si el gobierno y el campo se avienen a un acuerdo…¿cambia algo?... ¿el sistema baja su índice de irracionalidad?… ¿nos dirigimos hacia un futuro mejor?...

En estos días se recordó el mayo del '68. Hoy está de moda denigrarlo. Pero lo que nunca se podrá negar ni ocultar, es que los actores del mayo francés (y de los movimientos de los '60 y '70 en general) "descubrieron" (en el sentido de des-cubrir, iluminar lo oculto) esta situación, fueron muy concientes de ella y actuaron en consecuencia, claro que dentro de los límites que "lo existente" impone. Y ése es un mérito (muy escaso en la historia humana) que nadie podrá arrebatarles nunca.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy interesante y verdadero tu artìculo. Me hizo, ademàs, recordar que fui joven y luchè por lo que creì. Por suerte todavìa estamos vivos para contarlo, aunque en mi caso, el precio fue alto: ya no creo en poder cambiar el sistema.
Pero bienvenida sea una voz que por lo menos, me haga sentir incòmoda, ese puede ser el principio.